jueves, 11 de junio de 2015

Os explicaré porque no puedo o pude ser un empresario de éxito, o un profesional de la estafa o un político miserablemente indeseable.
Cuando tenía la edad de 10 o tal vez 11 años, en aquellos años jugábamos entre otros a cambiar cromos, y algunos más listos inventaron el cine, cuya sala era un gallinero, allí con una vela y poco más, echábamos imaginación, pero había que pagar un patacón , es decir un décimo de peseta, lo que equivaldría a 0,0006 céntimos de €.
Yo que tenía... buena huerta con fructíferos manzanos, me dedique a vender manzanas, para pagar la entrada del cine, vendía manzanas por un patacón, es decir 0,0006 céntimos de €, con lo restante podría comprar tebeos, o un trompo o peón
Tal era mi alegría que al llegar a casa se lo conté a mi madre, mencionándole mis clientes, entre ellos había dos hermanitas que ciertamente no eran las mejores vestidas de la aldea, pero éramos todos por un igual.
Al enterarse mi madre de quienes eran se me cayó el mundo encima, no podía pasar por esa vergüenza, quería que la tierra me tragase.
¡Qué hiciste! No sabes que ellas son tus primas, no sabes que no tienen padre, vete ahora mismo y devuélveles ese dinero. ¡Y recuerda! Las manzanas del huerto no se venden.
Como podría yo entregarles ese patacón, hoy 0,0006 céntimos de €, que vergüenza, que dirían mis amigos al enterase. Dios mío se me acabo mi próspero negocio, es que no podía vendérselas a ellas al ser familia, ni tampoco a los amigos del barrio.
Me convertí en una ONG, fui de las primeras, repartía manzanas, peras, naranjas y nueces, pero no podía cobrar, a la familia, a los necesitados y a los amigos, no les podía cobrar, teníamos fruta por el suelo, como cobrarles a los vecinos, así fue como se frustró mi primera experiencia de ser un buen negociante.
Un año más tarde se estrena en mi pueblo la película Espartaco, un esclavo nacido en la actual Bulgaria, vendido a un mercader romano, que se levanta contra la tiranía el abuso del imperio, un hombre que lucha por la dignidad de unas gentes y su derecho a vivir en libertad.
Muros, viejas paredes, lo que fuese oportuno, el lunes toda la ciudad apareció pintada, con tiza, trocitos de tiza que estaban tiradas en el suelo de la escuela, con la S de Spartaco.
Entre la lección de las manzanas y la lección de Spartaco, así fue creciendo la semilla que floreció en mi mente. Pasados los años, vino una tecnología que facilitaría el trabajo.
Pero eso será mañana, ahora permítanme recordar.
mdominguez.
Librepensador

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